Después de todos estos años recorriendo la región de la toscana aún me sigue sorprendiendo el contraste que hay entre las deslumbrantes localidades toscanas y la vida rural apenas sales de sus murallas.
Florencia, Siena, Arezzo, San Gimignano.. lugares donde el arte, historia y belleza te envuelven una y otra vez. Si uno decide salir de sus murallas, se encuentra con un entorno rural donde sus habitantes, a lo largo de la historia, se han pasado el testigo del valor de la naturaleza y ambiente conviviendo con ella de un modo más que armonioso.
Es posible que estas palabras no sean suficientes para poder transmitir que a ritmo lento (slow travel) visitar y disfrutar las zonas rurales de la toscana es más que saludable; es un regalo que si nos lo hacemos estaremos agradecidos infinitamente.
Hacer base o alojarse en una Casa de verano o Villa en la Toscana o bien, en la ciudad de Siena, dependerá de las preferencias personales de cada uno que escucharemos atentamente para así, ofrecer las opciones más oportunas de alojamiento en cada caso particular. Además, conocer la toscana rural a través de experiencias sostenibles a tema permitirá adentrarse en la intensidad del terreno toscano y ser concientes, a través de algunas historias de sus habitantes, del gran valor de su cultura local.
Experiencias que dejan huella: un día con cabras cachemir made in italy
Recientemente he podido volver a disfrutar de un día en el campo de la mano de mi amiga Nora, sus 150 cabras cachemir y 12 perros guardianes. De cara a la primavera, las cabras empiezan a despojarse del cachemira así que después de salir a pasear con ellas, observar su labor sostenible en los campos, hemos vuelto a casa para descansar y saborear la deliciosa sopa de verduras que había preparado, queso y vino Chianti de la bodega de su amigo. Después de comer, hemos procedido a recoger las fibras de cachemira de las cabras que ya no necesitan: una experiencia maravillosa desde tantos puntos de vista.
Probándome los chales y pashminas de cachemira que tiene en el taller, me doy cuenta de cuanto su propietaria ama a estas cabras.
Si a slow fashion!
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Mónica G del Canal